CONFINIUM
Hay un sustantivo latino ,“confinium”, que mucho tiene que ver con esto que nos ocupa…
Me gustan las dos acepciones que aparecen en el diccionario, una bien pegada a la otra, sin aparente contradicción alguna :
“ Límite, proximidad”.
El “finis” o límite es la frontera, marca el territorio, define a las distintas
” gentes”, organiza los “agri” de cultivo, acota los “oppida, vici, urbes, castra…” lugares de convivencia, de refugio, de seguridad.
El finitimus es el vecino, el próximo, el que linda con nuestro territorio, los tan socorridos “municipii finitimi” de la Guerra de las Galias que acudían en auxilio cuando era menester, aprovisionando de víveres, de hombres, de grano, de animales…
Ser “ confinis” es pues ser límitrofe y vecino a la vez, separados y sin embargo unidos, como lo estamos ahora. Lo más hermoso y también lo más humano es que no dejamos de tender puentes de casa en casa, de ventana en ventana, de comunidad en comunidad…. esas sutiles líneas invisibles de afecto, cuidado, generosidad y solidaridad que van ensanchando las fronteras, los” fines”, hasta llegar a los “ confines” , los que abarcamos y formamos todos juntos, enlazando finis cum finis hasta el infinito, el lugar en el que desaparecen todos y cada uno de nuestros límites.
Maru Bernal es poeta, lectora y amiga de Café con Palabras nos comparte este texto y nos invita a leer uno de sus poemas, que aparece en «Hendiendo el aire»( Edita: Septentrión Ediciones)
«Si me abrumo,
recojo las cuatro puntas
de la piel,
las escurro
en cualquier rincón,
extiendo cada fibra,
aliso los miedos,
repaso las arrugas
y cuelgo al sol de la tarde
los restos de mi pena
oreados por el viento»